lunes, 28 de junio de 2010

Sexo satánico


Ha habido mucha controversia sobre los puntos de vista Satánicos sobre "el amor libre". A menudo se supone que la actividad sexual es el factor más importante de la religión Satánica, y que la disponibilidad de participar en orgías sexuales es un prerrequisito para convertirse en Satanista. ¡Nada podría estar más lejos de la verdad! De hecho, a aquellos oportunistas que no tienen mayor interés en el Satanismo que el de sus aspectos sexuales, se les recomienda enfáticamente que no acudan a él.

Leer más...El Satanismo sí preconiza la libertad sexual, pero únicamente en el verdadero sentido de la palabra. En el concepto Satánico, el amor libre significa exactamente eso —libertad de ser fiel a una persona o de satisfacer tus deseos sexuales con tantas personas como creas necesario para satisfacer tus necesidades particulares.
El Satanismo no alienta la actividad orgiástica o el adulterio cuando se trata de gente que no podría hacer eso de manera natural. Para muchas personas, sería poco natural y perjudicial ser infiel a quien han escogido como pareja. Para otras, sería frustrante estar sometida sexualmente a una sola. Cada uno debe decidir por sí mismo qué forma de actividad sexual se adapta mejor a su personalidad. El forzarte a ti mismo a ser adúltero, o a tener pareja sexual cuando no estás casado sólo por querer probar a otros (o peor aún, probarte a ti mismo) que ya estás liberado de toda culpabilidad sexual, es tan erróneo —según los parámetros del Satanismo— como abstenerte de satisfacer tus deseos sexuales debido a sentimientos arraigados de culpa.
Muchos de quienes se preocupan constantemente por demostrar su emancipación de la culpa sexual, en realidad están atados por una esclavitud sexual aún mayor que quienes aceptan la actividad sexual como una parte natural de la vida y no hacen tanta alharaca de su libertad sexual. Por ejemplo es un hecho establecido que la ninfómana no es libre sexualmente, sino que en realidad es tan esclava del sexo como pueda serlo una fumadora, de la nicotina.

Otra idea errónea es que la capacidad de tener actividad sexual grupal es un indicio de libertad sexual. Todos los grupos de sexo-libre tienen una cosa en común: No admiten actividad sexual fetichista o desviada. De hecho, los ejemplos más reforzados de actividad sexual no-fetichista catalogados sutilmente como "sexo libre" tienen un formato en común. Cada uno de los participantes en la orgía se desviste, siguiendo el ejemplo de alguien, y fornican mecánicamente —siguiendo el ejemplo del líder. Ninguno de los participantes considera que su forma de sexo "emancipado" pueda ser vista como algo regimentado e infantil por quienes no son miembros, incapaces de igualar la uniformidad con la libertad.

El Satanista se da cuenta que si ha de estar libre por completo de la culpa sexual, no puede sentirse atacado por los supuestos ‘revolucionarios sexuales’ más de lo que puede sentirse atacado por la mojigatería de su sociedad culpabilizada. Los grupos de ‘libertad sexual’ no entienden el verdadero significado de la libertad sexual. A menos que la actividad sexual pueda expresarse a nivel individual, (lo cual incluye fetiches personales) no hay objeto en unirse a una organización de libertad sexual.

El Satanismo aprueba cualquier tipo de actividad sexual que tienda a satisfacer adecuadamente todos tus deseos individuales —ya sean heterosexuales, homosexuales, bisexuales e incluso asexuales, si lo prefieres. El Satanismo aprueba también cualquier fetichismo o desviación que enriquezca tu vida sexual, siempre que en ello no se vea implicado alguien que no desee tomar parte en ello.

El predominio de conductas desviadas y/o fetichistas en nuestra sociedad haría estremecer la imaginación de quienes aún son sexualmente ingenuos. Hay más variantes sexuales de las que puede percibir quien no está versado en materia sexual: el travestismo, el sadismo, el masoquismo, el exhibicionismo —por citar sólo algunas de las desviaciones más predominantes. Todo el mundo tiene alguna forma de fetiche, pero debido a que no perciben la preponderancia de la actividad fetichista en nuestra sociedad, creen que si se someten a sus anhelos “antinaturales”, serán tomados por depravados.

Incluso el asexual tiene una desviación: su asexualidad. Es muchísimo más anorrnal tener una carencia de deseo sexual (a menos que se trate de un caso de enfermedad, de edad avanzada o de cualquier otra razón válida haya causado la disminución sexual) que ser sexualmente promiscuo. Sin embargo, si un satanista opta por elegir la sublimación sexual prefiriéndola a cualquier otra expresión sexual abierta, eso es asunto suyo. En muchos casos de sublimación sexual (o de asexualidad), cualquier intento por emanciparse sexualmente podría tener resultados devastadores para el asexual.
Los asexuales son invariablemente individuos que están sublimados sexualmente por sus empleos o por sus aficiones favoritas. Toda la energía e impulsos que normalmente estarían a la actividad sexual son canalizados hacia otros pasatiempos o hacia las ocupaciones que prefieran. Si una persona favorece otros intereses a la actividad sexual, es su derecho, y nadie tiene por qué a condenarla por ello. Sin embargo, esa persona debería por lo menos reconocer el hecho de que ello es una sublimación sexual.

Debido a la falta de oportunidades para expresarse, muchos deseos sexuales secretos no llegan jamás a trasponer el estado de la fantasía. El no descargarlos suele llevar a la compulsión y, por lo tanto, una gran cantidad de personas idean indetectables para dar rienda suelta a sus deseos. No por el hecho de que gran parte de la actividad fetichista no sea aparente exteriormente, quienes no son duchos en materia sexual han de engañarse pensando que tal actividad no existe. Para citar ejemplos de las ingeniosas técnicas utilizadas: El travestido masculino se dará gusto en su fetichismo llevando prendas interiores femeninas mientras se dedica a sus actividades cotidianas; o la mujer masoquista puede llevar una faja de goma varias tallas más pequeña que la suya, y de este modo estará todo el día en condiciones de obtener un placer de su incomodidad fetichista sin que nadie se aperciba de ello. Estas ilustraciones constituyen ejemplos mucho más suaves y prevalecientes que otros que podrían haberse dado.

El Satanismo alienta cualquier forma de expresión sexual que desees, siempre y cuando no perjudiques a nadie más. Para evitar confusiones, debemos aclarar la afirmación anterior. Al decir que no se debe perjudicar a nadie, no incluimos el daño no intencionado que pueda recaer sobre aquellas personas que, a causa de sus ansiedades concernientes a la moral sexual, puedan no estar de acuerdo con tus puntos de vista sobre el sexo. Naturalmente, deberías evitar el ofender a quienes signifiquen mucho para ti, y por ello me refiero a tus amigos y parientes más mojigatos. Sin embargo, si te esfuerzas sinceramente a evitar ofenderlos, y a pesar de tus esfuerzos ellos se dan cuenta accidentalmente, no es responsabilidad tuya, y por lo tanto no deberías sentir culpa alguna ya sea respecto a tus convicciones sexuales, como al hecho de que ellos se hayan ofendido debido a ésas convicciones. Si con tus actitudes sexuales temes constantemente ofender a los mojigatos, entonces no tiene sentido el intentar liberarte de la culpa sexual. Sin embargo, de nada sirve que hagas ostentación de tu permisividad.

La otra excepción a la regla hace referencia a la relación con los masoquistas. Un masoquista extrae placer de ser maltratado; en consecuencia, si se le niega al masoquista su placer a través del dolor, eso le hace sufrir tanto como el verdadero dolor físico hace sufrir al que no es masoquista. La historia del sádico auténticamente cruel ilustra bien la cuestión. El masoquista le dice al sádico: «golpéame». A lo cual el sádico despiadado responde: "¡NO!" Si una persona quiere ser maltratada y disfruta sufriendo, no hay razón alguna para no darle gusto en lo que acostumbra.
En el lenguaje popular, el término "sádico" describe a alguien que obtiene placer de la brutalidad indiscriminada. Sin embargo, un verdadero sádico es selectivo. De la amplia reserva de víctimas apropiadas, escoge cuidadosamente, y se deleita dándoles a quienes gustan vivir en el dolor la satisfacción de sus deseos. ¡El sádico "bien adaptado" es epicúreo al seleccionar aquellos en quienes su energía será bien invertida! ¡Si una persona es lo bastante saludable para admitir que es un masoquista y disfruta siendo esclavizado y azotado, un sádico verdadero estará dichoso de participar!

Aparte de las excepciones que citaremos a continuación, el Satanista no heriría intencionalmente a otros violando sus derechos sexuales. Si intentas imponer tus deseos sexuales a quienes no acepten tus avances, estarás infringiendo su libertad sexual. Por lo tanto, el Satanista no defiende la violación, acoso sexual a menores de edad, relaciones sexuales con animales, o cualquier otra forma de actividad sexual que implique la participación de personas que no se presten voluntariamente, o que debido a su inocencia o ingenuidad puedan ser intimidados o engañados para actuar en contra de sus deseos.
Si todas las partes envueltas son adultos maduros que conscientemente asumen toda responsabilidad de sus acciones y se comprometen voluntariamente en una forma dada de expresión sexual —aún si ésta es considerada generalmente como tabú— no existe razón para que repriman sus inclinaciones sexuales.
Si eres consciente de todas las implicaciones, ventajas, y desventajas, y estás seguro que tus acciones no harán daño a quien no desee o se merezca dicho trato, no tienes razón alguna para suprimir tus preferencias sexuales.

Así como no hay dos personas cuyas preferencias culinarias o capacidad para ingerir alimentos sean iguales, los gustos y apetitos sexuales variarán de una persona a otra. Ninguna persona o sociedad tiene derecho para imponer límites a los parámetros sexuales o en la frecuencia sexual de otros. La conducta sexual apropiada sólo puede ser juzgada dentro del contexto de cada situación individual. Por lo tanto, lo que una persona considere moral y sexualmente correcto puede ser frustrante para otra. Lo contrario también es cierto; una persona puede tener gran destreza sexual, pero despreciar a otra persona cuya capacidad no iguale a la suya propia sería algo injusto, e imponer sus gustos a otra persona sería algo muy desconsiderado, por ejemplo, el hombre que tiene un voraz apetito sexual, pero que las necesidades sexuales de su esposa no se ajustan a las de él. Es injusto de su parte esperar que ella responda de manera entusiasta a sus propuestas, pero ella a su vez debe mostrar el mismo grado de comprensión. En momentos en los que ella no sienta mucha pasión, debería aceptarlo sexualmente, así sea de manera pasiva, pero complaciente, o bien no quejarse si su esposo decide satisfacer sus necesidades en otra parte —incluyendo prácticas autoeróticas.

La relación ideal es aquella en la que cada persona está profundamente enamorada de la otra y son sexualmente compatibles. Sin embargo, las relaciones perfectas son relativamente poco comunes. Es importante señalar aquí que el amor espiritual y el amor sexual pueden ir de la mano, aunque este no sea siempre el caso. Si existe cierto grado de compatibilidad sexual, casi siempre es limitado, y algunos deseos sexuales, si bien no todos, serán satisfechos.
No existe mayor placer sexual que el derivado de asociarte con alguien de quien estás profundamente enamorado, si son sexualmente compatibles. Sin embargo, si no existe una compatibilidad mutua, ha de señalarse que la ausencia de compatibilidad no indica ausencia de amor espiritual. Uno puede existir sin el otro, y esto suele suceder.

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